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Bienvenidos/as al blog del CRMAHU .- Círculo Republicano "Manolín Abad" de HUESCA

miércoles, 29 de enero de 2014

LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA EN SU CONTEXTO HISTORICO.


El Círculo Republicano “Manuel Abad” de Huesca conmemora el próximo día 11 de febrero de 2014 el  141 aniversario del advenimiento de la I Republica Española rindiendo homenaje en el cementerio del cerro Mártires de esta ciudad a los republicanos que desde mediados del siglo XIX cayeron por la causa de la libertad.

La lucha por la implantación de un Estado republicano puede enmarcarse ya  en España en plena degradación e impostura de la “revolución” liberal, cuando en la década de los 40 de la centuria decimonónica, el “espadón de Loja” y gran representante de la aristocracia andaluza, general Narváez, en nombre del liberalismo conservador, desplaza con un cuartelazo o pronunciamiento al uso al contrincante general Espartero, quien entre 1840-43, actúa como Jefe de gobierno y de Estado, por la destitución de la regente reina madre Maria Cristina, viuda del absolutista Fernando VII,. en el pronunciamiento esparterista de 1840.

Vemos como los destinos de España se rigen por unas elites cívico-militares, dentro del genuino liberalismo español, que excluye y  aleja de las decisiones del poder  al gran segmento de la población, que va desde los más abajo hasta la pequeña burguesía revolucionaria  y protorepublicana. En la era Isabelina de poder efectivo (1843-68), la reina apostaría , no obstante, por el liberalismo conservador, confiando en el general andaluz, las riendas del poder represor siempre que pudiese, desde su entronización por éste como reina adolescente con 14 años.
El arranque de los años 40, bajo el mayor avance político liberal hasta entonces con el progresista Espartero fueron años, dada la coyuntura, del germen más visible del republicanismo.



“El pronunciamiento de septiembre de 1840 propicia una situación de oportunidad política en la que se organiza un embrión de “partido” republicano en torno a periódicos y hojas volantes en varios puntos de España. Esta tendencia tendrá una importante difusión entre las clases populares gracias a los medios que se emplean: lecturas públicas de la prensa en gabinetes de lectura, casas particulares o en cafés; banquetes; sociedades de instrucción y de socorros mutuos; y sociedades secretas. En estos ámbitos no sólo se teoriza acerca de la ciudadanía sino que ellos mismos son pequeños laboratorios donde las clases populares aprenden, experimentan, ponen en práctica la condición ciudadana. Esto tuvo como consecuencia, ya en el año 1842, la proliferación de actos de ocupación de la esfera pública, con gritos y canciones republicanas en calles, teatros y cafés; brindis y manifestaciones, lo cual implica la construcción parcial de una identidad ciudadana particular por los grupos republicanos.” (1).

La oleada revolucionaria liberal de 1848 en Europa, la llamada primavera de los pueblos, en pro del sufragio universal y del republicanismo social ( libertad de asociación, expresión , participación política directa, gestión municipal directa y no tutelada y designada desde arriba...)  no tuvo el eco suficiente en  España y fue fácilmente reducida con el doble poder militar represivo ( cuartelero y civil) con que contaban los liberales moderados desde 1845, con la sustitución de la Milicia Nacional como fuerza armada ciudadana, aunque corporativa, por la Guardia Civil creada ad hoc,  como celosa institución en la defensa de los intereses inmovilistas de la propiedad rural, formada en su mayor exponente por la aristocracia y la nueva burguesía agraria crecida con las desamortizaciones. En esta oleada revolucionaria se inscriben y  caben destacar las acciones armadas republicanas oscenses de Manuel Abad y sus compañeros republicanos fusilados en Huesca en ese año de 1848 y a los que años más tarde , en 1885, se les recordaría como mártires de la libertad con el monumento erigido en el cementerio del cerro Mártires por suscripción popular y municipal. Este  lugar, valga recordar, alberga hoy también en su recinto y en sus alrededores los restos diseminados de otros fusilados republicanos y en especial de los que fueron liquidados con la forma expeditiva de los criminales tribunales militares franquistas y sus secuaces delatores y pistoleros falangistas, tras apoderarse de la capital oscense  las fuerzas rebeldes contra la II República. La infamia y la dejadez han hecho que esos restos sigan hoy aún por ahí, en el abandono y en la ocultación al uso y que éste sea un lugar marginal y marginado de la ciudad .Esperemos que la decisión ciudadana y el poder municipal oscenses converjan pronto hacia la dignidad y altura de miras, para convertir este emplazamiento en algo digno para el recuerdo, un parque temático de la Memoria para la educación de generaciones en el recuerdo de los generosos luchadores por la libertad, la  res pública, el avance social y en definitiva el progreso de la Historia frente al inmovilismo.

Las décadas posteriores a 1848, consagrarían el fracaso de la revolución liberal en España y también la de su vertiente más radical y social derivada del primer republicanismo. En el sexenio revolucionario que se abre tras el destronamiento de la monarquía isabelina en 1868, por la revolución septembrina, los liberales en el poder no contemplaban en su agenda una revolución con amplias bases sociales ni tampoco compartían la preocupación de los republicanos por la situación de la clase obrera y las masa campesinas desheredadas. Los gobiernos provisionales del primer bienio del periodo, adoptan con la Constitución de 1869 el primer sufragio universal, masculino y de mayores de 25 años, que afectaba a un 24% de la población ; la forma monárquica de Estado fuera de la dinastía borbónica  y la libertad confesional, pero sin separación de la Iglesia y el Estado. La búsqueda de un rey de una dinastía europea ( francesa, alemana, portuguesa, italiana) derivó en Amadeo de Saboya, hijo del rey de la Italia recientemente unificada, un rey convencidamente liberaldemocrático, de una dinastía hereje para el centro papal por haberle aquélla reducido el poder temporal y su territorio a una ciudad fantasma independiente en el centro de Roma, el Vaticano. La llegada a Madrid fue de una frialdad y desafecto total por las familias aristocráticas que con Canovas del Castillo como  político intelectual de choque prepararían el partido alfonsino para la restauración borbónica. Así que este  reinado, de poco más de dos años, fue blanco del descontento de los de arriba y de los de abajo, del incipiente movimiento obrero que comenzaba a organizarse en alternativas del socialismo en las versión  anarquista de Bakunin, introducidas por Fanelli, y en la socialista de Marx, introducidas por su yerno, el indiano internacionalista Paul Lafargue. La Guerra de Cuba, la sublevación carlista, la división y desgajamiento progresivo del principal partido valedor del monarca, el liberal progresista, tras el asesinato de su líder, el general  Joan Prim i Prats en el momento de la llegada de Amadeo, hicieron que éste renunciase al trono, dejando paso a la proclamación de la Primera Rapública, el 11 de febrero de 1873.

Bandera provisional de la Primera República, mientras
 se diseñaba una nueva, que nunca se adoptó.

Esta República tendría una corta existencia, poco más de 10 meses, hasta el 3 de enero de 1874 en que el promonárquico general Pavía ocupo el Parlamento. Entrando a caballo en el hemiciclo con efectivos de la Guardia Civil disolvió las Cortes y puso fin a la primera experiencia de Estado republicano. El caballo de Pavía  pasaría a los anales de la Historia de España por ensuciar el foro democrático, aunque la mierda equina debidamente barrida no dejaría huella, no como en nuestra época ocurrió con  el manejado golpìsta Tejero, que entró más finamente, a pie, provocando tal vez cacas  en los atuendos interiores de algunos de los postrados diputados, pero los impactos de balas en los muros sí  dejarían sus huellas, quedando hoy como una excelsa muestra de la iconografía ´democrática´ neoborbónica .

La Primera República contaba con un conglomerado muy diverso de fuerzas políticas republicanas, procedentes o evolucionadas del liberalismo burgués radical en gran parte y con preponderancia de Federalistas (348 diputados de 367)  a partir de las elecciones de Mayo en que hubo un 60% de abstención, promovida ésta principalmente por los carlistas, monárquicos alfonsinos y anarquistas con cierto influjo ya en las clases populares. El Federalismo estaba también muy dividido, con las concepciones de una republica federal o confederal desde arriba frente a los federalistas de acción directa desde abajo que propugnaron y ensayaron la lucha cantonalista en el Levante y Andalucía. De los cuatro presidentes sucesivos ( Figueras, Pí i Margall, Salmerón y Castelar) solamente Pí, hijo de un obrero textil, se inclinaría decididamente por el Federalismo, con contradicciones tan profundas entre lo institucional del orden desde arriba y su ética prohudoniana utópica por lo popular y social, decidiendo a la postre por lo primero y dimitiendo ante la lucha cantonalista. La constitución de 1873, que no llego a entrar en vigor avanzaba principalmente respecto a la del 69 en la forma republicana de Estado, en la separación efectiva de Iglesia y Estado sin sufragar a ninguna iglesia y en la creación de una organización territorial federal, con 17 estados entre los que se incluía Cuba, en guerra con la metrópoli en ese momento. Quedaban sin embargo las preocupaciones populares sin resolver, entre ellas las quintas – carne de cañón para la guerra de Cuba- sólo aplicables a los que no tenían dinero para redimir el servicio militar obligatorio y los  odiados consumos, impuestos municipales para toda transacción o venta de productos de los campesinos pobres y artesanos en la ciudad.

En conclusión, la lucha por la República en 1873-74 simbolizó un giro decisivo para la constelación de clases. Si hasta entonces la burguesía liberal se había encontrado en la vanguardia de los movimientos progresistas, a partir de ese momento ya había que contar con la oposición de las fuerzas burguesas ante cualquier intento  de realizar objetivos más trascendentales. Los años de 1868 a 1874 supusieron el fin del “ciclo revolucionario burgués”, dando luz verde a la emergencia del “proletariado militante”( Anselmo Lorenzo). Antes, sin embargo, una vez fracasada la Primera República en su particular guerra multifrentista, les tocaba nuevamente a las elites tradicionales ejercer su hegemonía durante medio siglo (2). 

Notas:
(1).El concepto de ciudadanía en el primer republicanismo español (1840-43).Florencia Peyrou.. Proyecto de investigación BSO 2000-0055 financiado por la DGICYT.
(2) España entre tradición y modernidad. Política, economía y sociedad (siglos XIX y XX). Walter L. Bemecker. Siglo XXI, Madrid 1999. pag. 142

Huesca, febrero de 2014.
Luz Germinal



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