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Bienvenidos/as al blog del CRMAHU .- Círculo Republicano "Manolín Abad" de HUESCA

lunes, 25 de abril de 2016

De la necesidad y urgencia de un espacio municipal público, laico, acondicionado y digno

(Publicado en Tribuna AltoAragonesa, Diario del AltoAragón- 25.04.2016)
ENERO del 2010. Fallece Manuel Benito Moliner, el referente cultural oscense que, a falta tan sólo de colocar las letras que así lo indiquen, da nombre desde un pasado muy reciente al Centro Cultural anteriormente conocido como Matadero.
Su acto de despedida, una despedida acorde con la vida, trayectoria y pensamiento del finado se hace entre apreturas e incomodidades que se sobrellevan tan sólo por la densa atmósfera de afecto y dolor que envuelve la sala velatorio, los pasillos e, incluso, el exterior del tanatorio. Se da el caso, además, que debe ser trasladado hasta una localidad no tan cercana para proceder a su voluntad de ser incinerado. Se han cumplido ya varios años de ese hecho.
Abril del 2016. Fallece Malur Otín, una mujer referente en Huesca. Por su faceta como profesora en tareas que hoy definiríamos como de formación profesional, por su apoyo a diferentes causas, por su esencia republicana… Afortunadamente, sí podemos cumplir en Huesca su deseo de ser incinerada. No resulta tan fácil, sin embargo, el poder darle la despedida que desea. No hay un lugar donde hacerlo. La profesionalidad, el tacto y la delicada humanidad que exhiben los trabajadores municipales del cementerio es digna de los mayores elogios. Habilitan como mejor saben la pequeña sala de la que pueden disponer y la convierten en un lugar digno y decente.
Pero, a pesar de ello, no es suficiente. La sala se abarrota, el espacio exterior se colapsa y las gentes que allí soportan su propio duelo deben afrontar, por si lo anterior fuera poco, la intemperie en forma de lluvia. Gentes, algunas de edad avanzada, sin lugar para sentarse siquiera o haciéndolo de manera precaria procurando ponerse a cubierto bajo el techado de la entrada principal del cementerio.
De enero del 2010 a abril del 2016 han pasado ya más de seis años. Más de un lustro en el que no se ha avanzado nada, a pesar de algunos intentos habidos, en algo de tan elemental necesidad como procurar un lugar digno y estable donde cualquier habitante de nuestra ciudad pueda despedir, en actitud coherente y respetuosa con las últimas voluntades y trayectoria vital de la persona fallecida, al ser querido.
No se trata de extrapolar, con estos dos casos que se citan, que es escasa la demanda de este servicio. El número, cuando hablamos de derechos humanos violentados y sensibilidades agraviadas, nunca puede ser argumento para justificar dejación alguna. Tan sólo añade guarismos, cantidad al drama, la calidad, sin embargo, es la misma.
Pero ni siquiera es así: en nuestra asociación hemos recibido en muchas ocasiones quejas de familiares que se han visto obligados a realizar el ritual de despedida acostumbrado, a falta de otras opciones.
Por no hablar de otros que han seguido el protocolo religioso habitual por "no ser los raros". En este sentido es oportuno constatar el efecto "normalizador" que la existencia de un lugar como el que, con firmeza solicitamos, podría generar. Y, con ello, el salto positivo para la convivencia y la tolerancia, para la armonía que la diversidad exige para ser justa e igualitaria en esta ciudad que acostumbra, con demasiada frecuencia, a echar mano de banderas, colores y conceptos altisonantes con los que agredir al diferente, en vez de argumentario y debate sosegado.
Pero la necesidad va más allá y amenaza con desbordarnos. No son pocas las solicitudes que llegan a nuestras manos, de gentes que desean ver su peripecia vital finalizada en un acto acorde a la misma y nos instan a, con la mayor brevedad, presionar donde debamos para que sus propias familias, llegado el caso, no deban añadir una carga de desconocimiento, desafección o imposibilidad a su propio duelo.
Y eso cuando no pretenden hacernos depositarios y garantes de que ello será así.
Y no acaba aquí la cuestión. Al hecho de disponer de ese lugar adecuado para tan digno cometido, se suma la necesidad de disponer, va siendo hora ya, de un espacio donde puedan depositarse las cenizas de quien así lo haya dispuesto.
Y no será por falta de ideas y proyectos y tampoco por escasez presupuestaria, que la dignidad requerida para ambos espacios no precisa de oropeles vanos.
Tan sólo se precisa el plus de sensibilidad, la pizca de sentido común y la firmeza, constancia y voluntad política que a un hombre o mujer, ediles de Huesca, debe ornar para llevar adelante a buen puerto estos asuntos.
Asuntos ambos que harán del cementerio de Huesca un cementerio "amable" (en terminología profesional de los trabajadores de los mismos), un lugar de enseñanza de nuestra historia y un espacio ejemplo de las virtudes ciudadanas de las que Huesca debe hacer bandera.
CRMAHU 

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