El teniente Segura, fuera del ejército tras confirmarlo el Tribunal Supremo.

Lo conocemos. Ha estado dos veces entre nosotros.

Presentando su libro "Código Rojo" en una ocasión y visitándonos exprofeso en otra para acompañarnos en momentos de grato recuerdo para el republicanismo. Hemos compartido mesa, debate, barra de bar, ilusiones y hambres seculares de este pueblo condenado a la ignorancia y al pasotismo, y tan sólo sacado de ese letargo para servir de carne de cañón para glorias imperiales y sueños colonialistas de los que siempre han servido intereses ajenos a los de los que deben ganarse la vida con su esfuerzo.

Un teniente, Luis, al que escuchamos hablar del papel de las fuerzas armadas en un régimen democrático (sólo el republicano puede serlo), de los comportamientos extraños en las finanzas uniformadas, de los favores con vuelta, de corruptelas y corrupción; un teniente, Luis, que apenas quiso entrar en las represalias, molestias e inconveniencias que su actitud valiente le reportaba; un teniente, Luis, que no aceptó un sólo euro nuestro, que no comerciaba con su papel de futuro mártir del militarismo autoritario (ya sé que es redundante) y que siempre se manifestó de trato franco. Nota redactor: mira que aquí el adjetivo es poco oportuno; mejor dejarlo en trato sincero.

El Tribunal Supremo ha sentenciado que Luis se ha excedido en su derecho a la Libertad de Expresión, convirtiéndose así el TS en vara de medir de la misma, en ejercicio tan paradójico como inútil, en descrédito, una vez más, de la Justicia como poder muy alejado de lo que la sociedad reclama. Aunque también en ese sector profesional haya hombres y mujeres para los que la dignidad sigue siendo lema; a algunos los acaban expulsando también.

Te han quitado ya todas las mordazas (si alguna vez las has tenido, Luis). Ya estás fuera del comportamiento dictado a golpe de latigazo sonoro (con un recio y viril ¡AR! como coletilla final), de los arrestos caprichosos y del alcance de una casta de privilegiados y familias de apellidos una y otra vez repetidos a lo largo de la historia. En nuestra asociación, que somos poco amigos de jerarquías, nunca decimos "a tus órdenes, teniente", pero tenemos un lugar reservado para tí en nuestros conciliábulos. Y tu puesto, reservado junto a nosotros, para este interminable combate por la libertad.

Salud y República. Aquí nos tienes.